De frontera a meta: cómo el sur de Galicia transforma al peregrino

03 julio 2025

Índice

Dos peregrinos cruzan el Puente Internacional de Tui, entrando en Galicia por la histórica estructura de hierro que une España y Portugal. 

Atravesar la frontera hispano-lusa sobre el río Miño marca el inicio de una travesía única hacia Santiago de Compostela por el sur de Galicia. Esta forma de llegar hasta la Catedral, algo menos popular que el Camino Francés, invita al peregrino a descubrir paisajes verdes, pueblos con encanto y una profunda conexión cultural a cada paso

Como bien se dice, «el Camino no es solo un recorrido físico, sino un viaje espiritual que transforma al peregrino». En el tramo gallego de la ruta portuguesa, desde Tui hasta el final, esa transformación personal cobra vida entre fronteras históricas, calzadas romanas y la acogedora tradición gallega.

Un Camino menos conocido y transfronterizo

El Camino Portugués es mucho más que una ruta de peregrinación. Ha sido durante siglos un puente entre culturas

De hecho, su popularidad es relativamente reciente en comparación con la ruta francesa: aproximadamente un 18% de los peregrinos que llegan a Santiago eligen esta opción (incluyendo su variante costera), frente al 65% que transitan por el citado. No obstante, es la segunda ruta jacobea más recorrida, aunque conserva un aire menos masificado y más íntimo

Históricamente, esta senda cobró relevancia a partir del siglo XII, tras la independencia de Portugal, forjando la verdadera dimensión internacional del fenómeno jacobeo. El flujo constante de peregrinos entre Portugal y Galicia estableció lazos espirituales, culturales y económicos que las fronteras políticas nunca han podido quebrar

En palabras de un cronista moderno, es “un camino que une dos países, dos culturas y miles de historias de peregrinación”.

Llevarte un pedazo de Portugal sin pisar el país

Recorrer el tramo gallego de esta ruta significa adentrarse en una Galicia meridional auténtica. Desde Tui hasta Santiago hay unos 115 km que normalmente se cubren en 5 o 6 etapas cómodas. La dificultad es considerada media-baja, sin grandes montañas ni desniveles agotadores, lo que permite que peregrinos de casi todas las edades y condiciones físicas se animen a vivir esta aventura. 

Cada jornada ofrece un equilibrio entre esfuerzo físico moderado y disfrute cultural, haciendo de esta ruta una opción atractiva para principiantes y para quienes buscan caminar a un ritmo tranquilo. Además, cuenta con buena infraestructura: abundan los albergues, alojamientos y señalización fiable en todo el recorrido, facilitando una experiencia segura y acogedora.

Paisajes y pueblos del sur de Galicia

El sur de Galicia recompensa al caminante con una asombrosa variedad de paisajes en relativamente pocos kilómetros. La ruta desde Tui atraviesa la provincia de Pontevedra (y brevemente el sur de A Coruña) entretejida de ríos, bosques, viñedos y rías costeras, pasando por pequeñas aldeas, villas históricas e incluso alguna ciudad de mayor tamaño. 

Tras dejar atrás la estampa medieval de esta localidad con su imponente catedral, el recorrido se sumerge en parajes naturales exuberantes. Senderos fluviales bordean el Miño y el río Louro entre bosques de ribera, ofreciendo sombra y frescor al peregrino. Más adelante, praderas y colinas ondulantes conducen a enclaves con vistas panorámicas.

Qué más verá el peregrino

Uno de los momentos paisajísticos culminantes llega al descender hacia Redondela, donde el mar aparece en el horizonte. Desde lo alto de sus colinas se contemplan espectaculares vistas de la ría de Vigo, con sus aguas salpicadas de islas y bateas mejilloneras. Aquí, confluye la ruta interior y la variante de la costa

Tras Redondela, el camino recorre la ensenada hasta Arcade, un pueblo famoso por sus ostras. No en vano Arcade es conocida como la “capital de las ostras”, un manjar que muchos peregrinos se animan a degustar con un buen vino Albariño de la zona.

La diversidad natural continúa tierra adentro. Después de la ciudad histórica de Pontevedra, el peregrino atraviesa valles cultivados y viñedos de la D.O. Rías Baixas, hogar del célebre vino blanco albariño. 

Entre bosques de pinos y eucaliptos aparecen tesoros escondidos, como la cascada del río Barosa. Un corto desvío lleva a esta fervenza (catarata) en el municipio de Barro, donde el río salva casi 60 metros de desnivel entre pozas y antiguos molinos de piedra. Es un paraje tan hermoso que se considera una visita obligada para quien recorre esta ruta. 

Tras retomar el sendero principal, la villa termal de Caldas de Reis espera al peregrino con sus fuentes de aguas calientes naturales. Remojar los pies cansados en las pozas termales bajo los puentes de Caldas es un auténtico maná para los pies y piernas peregrinas.

La penúltima jornada conduce a Padrón, en la verde comarca del río Ulla. Este pueblo, rodeado de huertas y conocidos viñedos, está íntimamente ligado a la tradición jacobea. Antes de entrar en Padrón, el Camino cruza el puente de Pontecesures sobre el río Ulla, marcando la entrada a la provincia de A Coruña

Según la leyenda, fue en Padrón donde arribó la barca de piedra que trajo los restos del Apóstol Santiago desde Palestina en el siglo I. De hecho, el nombre Padrón deriva del pedrón – una gran piedra que se conserva bajo el altar de la iglesia de Santiago de Padrón – a la cual se amarró dicha embarcación sagrada. 

Hoy, el peregrino que llega a esta villa debe visitar la Iglesia de Santiago de Padrón, estrechamente vinculada a esa leyenda jacobea. También aquí puede obtener un certificado especial llamado la Pedronía, recuerdo de haber recorrido los últimos kilómetros hasta Santiago desde este punto cargado de historia. 

Y, por supuesto, Padrón deleita el paladar con sus famosos pimientos de Padrón, esos pequeños pimientos verdes fritos – unos pican y otros no – que son una de las delicias gastronómicas de Galicia.

El último día de esta ruta está cargado de emoción. Desde aquí, los kilómetros finales transcurren entre bosques de robles centenarios y pequeñas aldeas hasta coronar el alto de O Milladoiro, desde donde se obtiene la primera visión de la Catedral de Santiago. Ese instante, en que la meta se divisa en el horizonte, suele ser indescriptible: se mezclan la alegría, la nostalgia por el viaje que termina y la gratitud por haber llegado tan lejos. 

Patrimonio, historia y sabores en la ruta

Además de sus paisajes, el Camino desde Tui a Santiago con Mundiplus está colmado de patrimonio histórico y tradiciones locales que enriquecen la experiencia. 

Patrimonio cultural

En la misma Tui, ciudad fronteriza de origen medieval, se alza la Catedral de Santa María de Tui, única de estilo gótico en Galicia, iniciada en el siglo XII y fortificada como si de una ciudadela se tratase. Sus robustas torres almenadas evidencian el pasado convulso de estas tierras de frontera, escenario de alianzas y contiendas entre los reinos de Galicia-Castilla y Portugal. 

Cruzar el Puente Internacional de Tui – una estructura metálica del siglo XIX influida por la escuela de Eiffel – no solo permite literalmente pasar de Portugal a España. Más que eso, simboliza la continuidad histórica de la peregrinación jacobea a través de antiguos reinos. Vale la pena, si se dispone de tiempo, asomarse también a la vecina Valença do Minho (en la orilla portuguesa opuesta) con su impresionante fortaleza abaluartada.

La ruta nos sorprende con vestigios de la época romana. En la subida hacia Mos, por ejemplo, el Camino coincide con el trazado de la Vía XIX, una calzada romana del siglo I d.C. que unía Braga con Lugo pasando por Tui, Pontevedra y Santiago. Aún es posible ver algún antiguo miliario romano, recordatorio de que estos senderos fueron transitados por viajeros mucho antes de la Edad Media. 

Cada pueblo ofrece su pequeña joya histórica: la capilla de Santiaguiño de Antas en Mos, el puente medieval de Pontesampaio (donde en 1809 las tropas locales derrotaron a las napoleónicas), o la iglesia barroca de Santa María de Iria Flavia antes de llegar a Santiago, son solo algunos ejemplos.

Entre todas las localidades del recorrido, destaca la ciudad de Pontevedra por su riqueza monumental y ambiente acogedor. El símbolo jacobeo brilla en la Capilla de la Virgen Peregrina, un singular templo de planta circular en forma de vieira (concha de peregrino) erigido en 1778, que custodia la imagen de la patrona de la provincia. 

Justo enfrente, la emblemática Fuente de la Peregrina ofrece agua fresca al viajero. Muy cerca se encuentran también las ruinas del convento de Santo Domingo y numerosas plazas llenas de vida, tabernas y terrazas donde reponer fuerzas. 

¿Y qué podrás saborear en estas etapas?

A lo largo de estas etapas por el sur gallego, el peregrino tiene la oportunidad de probar platos y productos típicos de Galicia. Además de las mencionadas ostras de Arcade y los pimientos de Padrón,  hay más: 

  • En Tui y O Porriño abundan las pulperías donde degustar el clásico pulpo á feira (pulpo cocido con pimentón y aceite). 

  • En las tabernas de Pontevedra y Caldas de Reis se puede brindar con un vino Albariño frío, originario de los viñedos que el propio caminante ha visto en las Rías Baixas. 

Cada paso ofrece un descubrimiento culinario: desde las empanadas gallegas recién horneadas que se venden en las panaderías de cada pueblo, hasta el caldo gallego y la tarta de Santiago que esperan en la meta. 

La experiencia transformadora del peregrino

Al final, más allá de los paisajes recorridos y los monumentos visitados, lo que queda en el peregrino es la experiencia humana y espiritual vivida en el camino. 

Al ser una ruta algo menos concurrida, especialmente fuera de los meses de verano, brinda una atmósfera propicia para la reflexión y la conexión personal. En temporada baja (otoño e invierno), la menor afluencia de gente permite disfrutar de jornadas casi en solitario. 

No obstante, durante la temporada alta, el Camino se llena de vida y compañía. La mayor afluencia de peregrinos brinda más oportunidades de socializar, compartir historias y forjar amistades. Son frecuentes las cenas comunitarias, las conversaciones en múltiples idiomas y ese apoyo mutuo que surge espontáneamente ante las ampollas o el cansancio. 

De una forma u otra, cada peregrino va cambiando por dentro: aprende a valorar la sencillez de llevar solo lo necesario, descubre su fortaleza al superar las inclemencias del tiempo o las cuestas, y aprecia la generosidad de desconocidos que ofrecen ayuda en el trayecto.


* ARTÍCULO PATROCINADO

Escrito por …
Ariana García

Periodista y Social Media Manager freelance

Compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Descubre más lugares

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad